El silencio ensordecedor de la noche, inquieta, mientras las brumas de las tinieblas más infernales te envuelven en el manto oscuro del crepúsculo.
Ojos vivaces sedientos de lujuria envenenada por el roce de tus dedos, salpicando el tibio aroma de los más lípidos derrames.
Usted, que me hace agonizar en las llanuras solitarias del olvido, recluyéndome en los fondos del abismo con la esperanza de poder desatar al más pérfido de los demonios, despertando así un paisaje borroso y nebuloso ante mis ojos que, inundados y desbordados por un océano infinito de agonía, se derraman...
No me toques sino hiéreme. No me hieras sino mátame, y haz de mi alma perdida un camino de rosas blancas y perfumadas con la fragancia de tus manos que, suaves y delicadas, adormecen mis sentidos...
Ojos vivaces sedientos de lujuria envenenada por el roce de tus dedos, salpicando el tibio aroma de los más lípidos derrames.
Usted, que me hace agonizar en las llanuras solitarias del olvido, recluyéndome en los fondos del abismo con la esperanza de poder desatar al más pérfido de los demonios, despertando así un paisaje borroso y nebuloso ante mis ojos que, inundados y desbordados por un océano infinito de agonía, se derraman...
No me toques sino hiéreme. No me hieras sino mátame, y haz de mi alma perdida un camino de rosas blancas y perfumadas con la fragancia de tus manos que, suaves y delicadas, adormecen mis sentidos...
Hay palabras que atormentan... y silencios que matan...