La mañana convertida en un reguero de letras muertas, incapaces de perforar una hoja ni deslizarse por el suave tacto de mis dedos.
Observo la pantalla de luz durante unos lamentables minutos, esperando, quizás, a que la tinta interior se disuelva de su coágulo.
Regreso a reflexiones pasadas, sentimientos involucionados que reviven en una mente moderna. Descontrolados se pasean sin rumbo, sin objetivos ni orientación, y descubro que desconfían y se acobardan en un rincón perdido de la conciencia y la razón.
- ¿Qué pretendo?
Observo la pantalla de luz durante unos lamentables minutos, esperando, quizás, a que la tinta interior se disuelva de su coágulo.
Regreso a reflexiones pasadas, sentimientos involucionados que reviven en una mente moderna. Descontrolados se pasean sin rumbo, sin objetivos ni orientación, y descubro que desconfían y se acobardan en un rincón perdido de la conciencia y la razón.
- ¿Qué pretendo?
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