Blog de Tina

"Pensamientos y reflexiones de una mente divagada..."

martes, 3 de mayo de 2011

Cada uno a lo suyo y Dios en lo de todos...

    Hoy estoy calentita, y no en el sentido sexual de la palabra precisamente. Hoy es de esos días que te levantas después de haberte pasado una noche prácticamente en vela y dándole mil vueltas a la cabeza sobre todo aquello que te preocupa, y claro, no solo te levantas calentita sino que a la mínima, muerdes. Y más desde el día que descubrí en mis propias carnes lo que era la ansiedad, ya no aguanto ni la más mínima.

    Cada vez odio más al ser humano, cada vez me repugna más su egocentrismo y egoísmo individual. Sí. Llámenme detractora, pesimista, derrotista o agorera pero me hierve la sangre contemplar tanto cinismo suelto. Y es que cada uno va a lo suyo y a mí me parece perfecto, pero si cada uno va a lo suyo que no pretendan que los demás tampoco vayan a lo propio. Es decir, ese tipo de personas que solo quieren que se preocupen de ellos, que siempre necesitan atención, que solo acuden a ti cuando les interesan, y cuando no, ni siquiera se acuerdan de que existes. Personalmente me ha sucedido miles de veces.

    Hasta aquí bien. Se sobreentiente que somos humanos con nuestros fallos y virtudes, y yo estoy dispuesta a aceptar que así somos de egoístas y egocéntricos, pero lo que no tolero es que los demás me reprochen o reclamen que yo no lo sea. ¡¡¡¡¿¿¿¿HOLAAAA????!!!! Para empezar, en esta vida recibes lo que das, recoges lo que siembras, y ojo por ojo, diente por diente.

Sinceramente os cuento que de un tiempo para acá y por la experiencia que vas adquiriendo  en la vida, dejé de ser así. Yo ya no daba como antes, no me he preocupado por las personas ajenas a mi familia porque me harté. Comencé a mirar por mí egoístamente como veía que hacía el resto del mundo y pensé que si yo no daba tampoco podía pretender recibir, porque no sería justo, pero te vas encontrando con personas que sí son así, que quieren recibir y recibir por toda la carita de la Santísima Madre Teresa de Calcuta sin dar ni haber dado absolútamente nada en su mísera vida.

    No hace mucho le comentaba a una amiga que uno de los secretos de la felicidad en cuanto a relaciones humanas se refiere, es no esperar nunca nada, absolútamente nada de nadie, que todo lo que des sea porque realmente quieras darlo pero sin esperar nada a cambio, de esa manera no te llevarás decepciones por parte de nadie. Jamás pidas nada, en todo caso que salga de la otra persona si quiere dártelo, pero eso sí, ojo, que la gente tampoco pretenda esperar nada de ti.
Cada uno va a lo suyo y a su puta bola sin mirar quiénes van a su lado. Pues yo también hago lo mismo, oiga, pero lo que no voy a tolerar y sería capaz de mandar literalmente a la mismísima mierda aunque me quedara completamente sola en el mundo, es que pretendan que yo me convierta en una ONG obligatoriamente.

    Y reflexionas y haces un pequeño resúmen de toda tu vida y es realmente cuando te das cuenta que las únicas personas que han estado ahí aguantándote, apoyándote, comprendiéndote y ayudándote, es tu familia, con sus más y sus menos pero al fín y al cabo son quienes te quieren realmente y te ayudarán incondicionalmente. Todo lo demás, una puta mierda, así de claro, aunque también quiero dejar constancia y que quede claro que también me he encontrado con personas buenas, que te ayudan símplemente porque sí, porque su naturaleza es así de buena y porque no conocen el egoísmo. Y por ellos sí que le voy a dar un voto de confianza al ser humano, porque sé que no es perfecto pero algunos casi lo son y me lo han demostrado.

    Y ahora que cada cual haga acto de conciencia y recapacite cómo son realmente. Cuánto apoyo ha recibido de las personas y cuánto le ha dado él a los demás. Que cada cual reflexione y se juzgue así mismo y sea justo en sus actos.